DOMESTINA / BLOG

Cuándo y cómo desinfectar tu casa correctamente: Mitos, verdades y productos recomendados

Cuándo y cómo desinfectar tu casa correctamente: Mitos, verdades y productos recomendados

La limpieza del hogar es una actividad fundamental para garantizar espacios saludables y seguros. No obstante, cuando se trata de desinfección —una capa más profunda del cuidado doméstico— es común caer en errores, exageraciones o prácticas ineficaces. ¿Es necesario desinfectar todos los días? ¿El vinagre desinfecta realmente? ¿Los productos ecológicos son igual de efectivos?

En este artículo resolveremos estas y otras dudas con base en evidencia confiable, desmontaremos mitos y te guiaremos paso a paso para saber cuándo y cómo desinfectar tu casa correctamente.

¿Qué significa realmente “desinfectar”?

En el contexto del cuidado del hogar, desinfectar no es simplemente “limpiar más a fondo”, como muchas personas creen. Implica una acción específica con un propósito muy concreto: la eliminación de agentes patógenos potencialmente dañinos. Para entenderlo mejor, es esencial diferenciar con precisión tres conceptos clave – limpiar, higienizar y desinfectar:

  • Limpiar consiste en eliminar la suciedad visible, es decir, polvo, restos de alimentos, grasa, tierra, cabellos, manchas, etc. Se realiza con agua, detergente u otros productos jabonosos, y su objetivo principal es mejorar el aspecto y reducir el material orgánico acumulado en las superficies. Es un paso básico e indispensable, pero por sí solo no garantiza la eliminación de microorganismos.
  • Higienizar va un paso más allá. Incluye la limpieza, pero también reduce la carga microbiana de las superficies u objetos. Es habitual en el entorno alimentario o clínico ligero y suele realizarse con productos específicos que combinan detergente y desinfectante suave. Sin embargo, aunque disminuye significativamente la presencia de gérmenes, no los elimina por completo.
  • Desinfectar, en cambio, es una acción que busca eliminar casi por completo bacterias, virus, hongos y otros microorganismos presentes en superficies inertes, mediante el uso de productos biocidas autorizados. La desinfección actúa a nivel microbiológico, lo que la convierte en un proceso crucial para prevenir enfermedades infecciosas, especialmente en zonas críticas como la cocina, el baño o durante brotes epidémicos.

Es importante destacar que limpiar y desinfectar no son procesos intercambiables, sino complementarios. Aunque parezcan equivalentes, cada uno cumple una función diferente en la cadena de higiene del hogar. Aplicar un desinfectante sobre una superficie sucia no solo es ineficaz, sino que puede ser contraproducente, ya que los residuos orgánicos (como grasa o polvo) reducen la eficacia del desinfectante, actuando como una barrera que impide su contacto directo con los microorganismos. Por este motivo, la limpieza debe preceder siempre a la desinfección.

En términos técnicos, este principio se conoce como “pretratamiento de superficie” y es fundamental en todos los protocolos de higiene, desde hospitales hasta cocinas industriales. De hecho, las agencias sanitarias internacionales, como los CDC o la OMS, recomiendan explícitamente limpiar antes de desinfectar para asegurar una inactivación efectiva de los patógenos.

Además, desinfectar correctamente implica usar el producto adecuado, en la concentración apropiada y respetando el tiempo de contacto recomendado en la etiqueta. No basta con rociar y retirar de inmediato: cada desinfectante tiene un tiempo mínimo de actuación necesario para lograr su efecto germicida.

En resumen, la desinfección es una herramienta potente de control microbiológico, pero debe aplicarse con criterio, método y conocimiento. Solo así puede cumplir su función real: reducir el riesgo de infecciones en el entorno doméstico y proteger la salud de quienes lo habitan.

¿Con qué frecuencia hay que desinfectar?

Desinfectar no implica actuar de forma indiscriminada o compulsiva todos los días. La frecuencia adecuada depende de varios factores, entre ellos el tipo de superficie, el nivel de contacto humano, la presencia de personas vulnerables en el hogar y el uso específico de cada espacio. A continuación, te ofrecemos una guía práctica y realista basada en las recomendaciones de organismos sanitarios y expertos en higiene ambiental.

Zonas de uso diario e intensivo

Incluyen todas aquellas superficies que tocamos con las manos varias veces al día y que, por tanto, tienen una mayor probabilidad de actuar como vehículos de transmisión indirecta de virus y bacterias.

Ejemplos comunes:

  • Manijas de puertas.
  • Interruptores de luz.
  • Grifos de lavabo y cocina.
  • Controles remotos.
  • Teléfonos fijos o móviles.
  • Teclados y ratones de ordenador.
  • Botones de ascensor, interfonos.

Frecuencia recomendada: A diario, o al menos cada dos días, especialmente si hay personas con el sistema inmunológico debilitado (niños pequeños, personas mayores o con enfermedades crónicas) o si se han recibido visitas en casa.

Consejo extra: Ten a mano un desinfectante de secado rápido (spray a base de alcohol o toallitas homologadas) para aplicar rápidamente después de eventos de riesgo, como el regreso del supermercado o tras recibir paquetes.

Superficies de contacto moderado

Son aquellas que no se tocan con tanta frecuencia o que se usan principalmente con las manos limpias. No obstante, pueden convertirse en focos de acumulación de gérmenes si no se higienizan regularmente.

Ejemplos habituales:

  • Electrodomésticos (microondas, horno, cafetera, etc.).
  • Mesas auxiliares o escritorios de uso ocasional.
  • Respaldo de sillas, barandillas o muebles decorativos.
  • Interruptores menos usados (pasillos, habitaciones vacías).

Frecuencia recomendada: Una o dos veces por semana, dependiendo del uso real y del número de personas que vivan en el hogar.

Recomendación: No hace falta usar productos agresivos. Basta con un desinfectante multiusos o solución de alcohol isopropílico al 70 %.

Zonas húmedas

Estas áreas requieren especial atención, ya que combinan humedad, residuos orgánicos y, en el caso de la cocina, restos alimentarios. Todos estos elementos favorecen la proliferación de microorganismos, especialmente si hay ventilación deficiente.

Cocina (puntos críticos):

  • Encimeras, tablas de cortar.
  • Fregadero y grifo.
  • Tiradores de electrodomésticos.
  • Cajones y superficies donde se manipulan alimentos crudos.

Baño (puntos críticos):

  • Lavabo, grifo e inodoro (incluida la tapa y el botón de descarga).
  • Mampara o cortina de ducha.
  • Portacepillos, jaboneras.
  • Suelo, si hay pérdidas de agua.

Frecuencia recomendada: Mínimo cada dos días, pero en hogares con muchas personas, mascotas o en caso de enfermedad, lo ideal es desinfectar una vez al día.

Importante: Recuerda ventilar estas zonas tras cada uso y nunca mezcles productos como lejía con vinagre o amoníaco, ya que pueden liberarse gases tóxicos.

Superficies textiles (ropa, sofás, cortinas, colchones):

Aunque los textiles no son superficies “inertes” convencionales, sí pueden actuar como reservorios de microorganismos, especialmente si no se lavan con frecuencia o si hay acumulación de humedad. Su desinfección es diferente, ya que suele implicar lavado térmico, vaporización o uso de productos específicos.

Ejemplos clave:

  • Ropa de cama y toallas.
  • Sofás, sillones y cojines.
  • Cortinas.
  • Colchones (especialmente en hogares con alergias).
  • Alfombras.

Frecuencia recomendada: Semanal o quincenal, según el uso. Las fundas de cojines, sábanas y toallas deben lavarse mínimo una vez por semana con agua caliente (60 °C o más). Colchones y tapicerías: una vez al mes con vapor o un producto desinfectante textil.

Consejo: En época de gripes, alergias o infecciones víricas, aumenta la frecuencia temporalmente. También es útil exponer textiles al sol directo, ya que los rayos UV ayudan a eliminar algunos microorganismos de forma natural.

Mitos comunes

sobre la desinfección del hogar

En temas de higiene doméstica, abundan los consejos que, aunque bien intencionados, carecen de base científica o resultan engañosos. Algunas creencias populares, repetidas sin verificación, pueden llevar a una falsa sensación de seguridad o incluso generar riesgos para la salud. A continuación, desmontamos los mitos más extendidos sobre la desinfección del hogar y explicamos por qué es importante actuar con información verificada.

1. “El vinagre desinfecta”

FALSO.

El vinagre blanco, a pesar de su fama como remedio casero multiusos, no es un desinfectante homologado. Contiene ácido acético en concentraciones típicas del 4 % al 6 %, lo cual puede reducir parcialmente la cantidad de bacterias en ciertas superficies, pero no elimina virus peligrosos ni bacterias resistentes como la salmonela, la E. coli o el norovirus.

Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), el vinagre no figura en la lista oficial de desinfectantes efectivos, ni cumple con los requisitos técnicos que permiten etiquetar un producto como virucida o bactericida.

Lo correcto: usar productos registrados como “biocidas autorizados” o “virucidas efectivos”, que hayan demostrado su eficacia bajo condiciones controladas.

2. “La lejía lo desinfecta todo”

VERDAD A MEDIAS.

La lejía (hipoclorito de sodio) sí es un desinfectante muy potente y eficaz, especialmente en ambientes domésticos y sanitarios. Sin embargo, no todo puede ni debe desinfectarse con lejía, y su uso requiere medidas estrictas de seguridad:

  • Debe diluirse correctamente (una parte de lejía por 50 de agua, aproximadamente).
  • No debe aplicarse sobre superficies delicadas como telas, maderas sin sellar o dispositivos electrónicos.
  • Nunca debe mezclarse con vinagre, amoníaco o alcohol, ya que produce gases tóxicos (como cloramina o gas cloro).
  • Puede causar irritaciones respiratorias y daños en la piel si se usa de forma prolongada o sin ventilación adecuada.

Lo correcto: usar lejía solo en superficies adecuadas (suelos, baños, encimeras de cerámica) y alternar con otros desinfectantes menos agresivos cuando sea posible.

3. “Si huele limpio, está desinfectado”

FALSO.

El olor a “limpio” proviene generalmente de fragancias añadidas como parte del perfume de los productos de limpieza. Sin embargo, el aroma no es un indicador de eficacia desinfectante. Muchos ambientadores, jabones o limpiadores aromáticos no contienen ingredientes con propiedades biocidas, a menos que se especifique expresamente en su etiquetado.

La confusión es común: el cerebro asocia lo “fresco” o “fragante” con lo “seguro”, pero esto es una ilusión sensorial que puede llevar a descuidar zonas que, pese a oler bien, siguen albergando microorganismos dañinos.

Lo correcto: verificar que el producto tenga autorización sanitaria como desinfectante y que su ficha técnica lo identifique como virucida, bactericida o fungicida.

4. “Los productos naturales son más seguros y eficaces”

FALSO.

Este mito surge de una visión romántica de lo “natural”, muy extendida en el marketing ecológico. Sin embargo, natural no significa automáticamente inocuo ni eficaz. Muchos productos “naturales” o “ecológicos” pueden contener sustancias irritantes, como aceites esenciales concentrados, que no están regulados como biocidas, y cuya eficacia frente a virus o bacterias no ha sido comprobada clínicamente.

Por otro lado, sí existen desinfectantes ecológicos certificados, pero estos deben cumplir los mismos requisitos normativos que cualquier producto convencional para ser considerados seguros y efectivos.

Lo correcto: usar productos certificados con etiquetas como “biocida autorizado” o “uso aprobado por el Ministerio de Sanidad”, ya sean naturales o no.

5. “Hay que desinfectar todo, todos los días”

FALSO.

Esta idea errónea, alimentada en parte por el miedo durante la pandemia, puede llevar a una desinfección excesiva, innecesaria e incluso perjudicial.

Desinfectar todo a diario:

  • Aumenta la exposición a productos químicos, con posibles efectos respiratorios o dermatológicos.
  • Puede dañar ciertas superficies y materiales (tejidos, pinturas, acabados).
  • Contribuye al desarrollo de resistencias microbianas, especialmente con el uso abusivo de ciertos compuestos como los amonios cuaternarios.
  • Supone un gasto innecesario de tiempo y dinero.

Lo correcto: aplicar la desinfección de forma racional y estratégica. Las superficies de alto contacto (manijas, grifos, móviles) sí requieren atención diaria, pero otras áreas pueden desinfectarse de forma semanal o según uso.

No desinfectes por impulso, desinfecta con conocimiento. Antes de aplicar cualquier producto, asegúrate de que esté regulado, que sea adecuado para la superficie y que responda a una necesidad real. La información es la mejor aliada de la higiene responsable.

Productos desinfectantes: ¿cuáles sí funcionan?

Productos desinfectantes: ¿cuáles sí funcionan?

Los desinfectantes más eficaces han sido aprobados por autoridades sanitarias como el Ministerio de Sanidad de España, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) o la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A continuación, una lista de productos recomendados y sus usos:

  1. Hipoclorito de sodio (lejía):
    • Uso: superficies duras, sanitarios, suelos.
    • Dilución recomendada: 1 parte de lejía por 50 partes de agua (4 cucharadas por litro).
    • Precauciones: usar guantes, evitar mezcla con otros químicos, ventilar el ambiente.
  2. Alcohol etílico (mínimo al 70 %):
    • Uso: objetos pequeños como móviles, manijas, teclados.
    • Eficacia: probado contra virus como el SARS-CoV-2.
  3. Peróxido de hidrógeno (agua oxigenada al 3 %):
    • Uso: superficies, baños, encimeras.
    • Eficacia: virucida y bactericida.
  4. Amonios cuaternarios:
    • Uso: productos comerciales con efecto desinfectante prolongado.
    • Ventajas: menos corrosivos que la lejía, más estables en el tiempo.
  5. Vapor a alta temperatura (120 °C o más):
    • Uso: sofás, colchones, cortinas, alfombras.
    • Eficacia: elimina ácaros, bacterias y moho sin productos químicos.
  6. Productos NO recomendados:
    • Vinagre
    • Bicarbonato solo
    • Aceites esenciales sin base alcohólica
    • Toallitas no homologadas (verifica que digan “virucidas” o “bactericidas” en la etiqueta)

Elegir el desinfectante adecuado no es cuestión de intuición o popularidad, sino de eficacia comprobada y uso responsable. Optar por productos avalados por organismos oficiales garantiza que realmente eliminan microorganismos peligrosos, sin poner en riesgo tu salud ni la de tu entorno. Antes de usar cualquier sustancia, asegúrate de conocer su aplicación correcta, sus limitaciones y sus precauciones. Desinfectar bien no es usar más, sino usar mejor.

¿Cómo desinfectar correctamente cada zona del hogar?

Una desinfección eficaz no se trata de aplicar productos al azar, sino de actuar con criterio según el tipo de espacio, superficie y uso. En este apartado te ofrecemos una guía detallada, dividida por áreas del hogar, para que sepas dónde, cómo y con qué frecuencia desinfectar, así como qué productos utilizar de forma segura y responsable.

Antes de desinfectar, recuerda siempre limpiar. La limpieza previa elimina la suciedad visible y permite que el desinfectante actúe directamente sobre los microorganismos, sin interferencias.

Salón y dormitorios

Aunque se suelen percibir como espacios “limpios”, estas estancias acumulan microorganismos en múltiples objetos de uso diario.

  1. Superficies a desinfectar:
    • Controles remotos.
    • Manijas de puertas y ventanas.
    • Interruptores de luz.
    • Mesas de centro y escritorios.
    • Teclados, ratones y otros periféricos.
    • Pantallas (TV, monitores, tablets).
  2. Productos recomendados:
    • Alcohol etílico al 70 % aplicado con un paño de microfibra limpio (nunca directamente sobre la electrónica).
    • Toallitas virucidas autorizadas (verifica que digan “bactericida” o “virucida” en el etiquetado).
    • Desinfectantes en espray aprobados, de secado rápido y sin enjuague
  3. Textiles (sofás, cojines, alfombras):
    • Aspirado frecuente con filtro HEPA.
    • Limpieza con vapor seco (≥120 °C) o sprays textiles con actividad antibacteriana.
    • Ventilación regular para evitar la proliferación de ácaros.

Consejo extra: Evita saturar los textiles con productos líquidos. Opta por pulverizadores ligeros o vaporizadores de mano.

Cocina

La cocina es una zona crítica debido al contacto directo con alimentos y la combinación de humedad, grasa y residuos orgánicos. Aquí, una mala desinfección puede provocar contaminación cruzada y enfermedades alimentarias.

  1. Superficies clave a desinfectar:
    • Encimeras (especialmente tras manipular alimentos crudos).
    • Fregadero y grifo.
    • Tiradores de armarios y electrodomésticos.
    • Tablas de cortar (una de las superficies más contaminadas del hogar).
    • Botones de microondas, horno y cafetera.
  2. Precauciones importantes:
    • Usa productos aptos para superficies alimentarias.
    • Enjuaga bien si el desinfectante no es “sin enjuague” o deja residuos.
    • No mezcles productos como lejía con limpiadores desengrasantes o vinagre.
  3. Productos recomendados:
    • Desinfectantes con base de alcohol, peróxido de hidrógeno o amonios cuaternarios, siempre que estén etiquetados para uso alimentario.
    • Soluciones diluidas de lejía (1:50) en superficies no porosas y bien enjuagadas.
    • Alternativas ecológicas con certificación virucida o bactericida (no basta con que diga “natural”).

Frecuencia mínima: Una vez al día, o después de cocinar alimentos de alto riesgo como carne cruda, huevo o pescado.

Baño

Es una de las zonas con mayor densidad microbiana del hogar, y su humedad constante favorece la proliferación de bacterias, moho y virus.

  1. Zonas clave a desinfectar:
    • Inodoro: tapa, asiento, cisterna y botón de descarga.
    • Lavabo y grifería.
    • Ducha: grifo, mampara o cortina.
    • Portacepillos, dispensadores y tiradores.
  2. Productos recomendados:
    • Lejía diluida (1:50) para el inodoro y zonas muy contaminadas.
    • Espráis desinfectantes de baño con propiedades fungicidas y virucidas.
    • Toallitas de baño con agentes biocidas aprobados.

Frecuencia recomendada:

  • Mínimo dos veces por semana, o en días alternos si el baño es compartido o de uso frecuente.
  • En caso de enfermedad (gripe, COVID-19, gastroenteritis), aumentar la frecuencia a diaria.

Consejo útil: Utiliza un espray desinfectante de secado rápido sobre el lavabo o el grifo tras cada uso, especialmente en hogares con varias personas.

Zonas de mascotas

Las mascotas no necesitan un hogar esterilizado, pero sí uno higiénico. Los productos incorrectos pueden ser altamente tóxicos para perros, gatos y otros animales domésticos.

  1. Zonas a tratar con cuidado:
    • Comederos y bebederos.
    • Camas, mantas, alfombras.
    • Juguetes.
    • Lugares donde hacen sus necesidades.
  2. Productos seguros:
    • Agua caliente con jabón neutro.
    • Limpiadores específicos para uso veterinario.
    • Paños de microfibra y vapor (sin contacto directo en animales).

Evita siempre: Lejía, amoníaco, productos con fenoles o compuestos clorados cerca de las mascotas. Aplicar aerosoles o toallitas desinfectantes en objetos que van a la boca del animal

Frecuencia recomendada:

  • A diario: comederos y bebederos.
  • Semanal: juguetes, mantas, colchonetas.
Puntos de contacto frecuente

Estas son las superficies más tocadas en el hogar y, por tanto, las que más riesgo representan para la transmisión indirecta de virus y bacterias.

Ejemplos clave:

  • Pomos y manillas de puertas.
  • Interruptores de luz.
  • Teléfonos móviles y fijos.
  • Llaves, tarjetas de acceso, mandos.

Productos recomendados:

  • Alcohol al 70 % en spray o gel.
  • Toallitas virucidas homologadas.
  • Espráis desinfectantes de uso doméstico.

Frecuencia sugerida: Diaria, especialmente si se entra y sale con frecuencia de la vivienda o si hay visitas. En hogares con niños o personas vulnerables, se aconseja limpiar después de cada jornada.

Lista práctica: pasos para una desinfección efectiva

Desinfectar no se trata de rociar productos sin orden ni medida, sino de seguir un proceso estructurado y seguro que maximice la efectividad y minimice los riesgos. A continuación, te dejamos una guía con los pasos recomendados, pensada para ayudarte a aplicar una rutina de higiene doméstica realmente útil y proporcional.

Recuerda: no es necesario desinfectar todo el hogar todos los días, sino establecer una rutina sensata basada en la frecuencia de uso y el nivel de exposición de cada zona:

1. Ventila tu hogar antes de comenzar

Abrir ventanas o puertas durante al menos 10 o 15 minutos permite renovar el aire interior, lo cual reduce la concentración de contaminantes químicos y microorganismos en suspensión. Además, al usar productos desinfectantes, una buena ventilación disipa los vapores que podrían irritar ojos, nariz o vías respiratorias.

Recomendación: ventila especialmente bien si vas a utilizar productos con base de cloro o amonios cuaternarios.

2. Realiza primero una limpieza básica

Desinfectar sobre suciedad visible es inútil: los restos orgánicos como grasa, polvo o alimentos forman una barrera que inactiva la mayoría de los productos desinfectantes.
La limpieza previa con agua y jabón o con un detergente multiusos permite eliminar esa “capa sucia” que impide que el desinfectante entre en contacto directo con los patógenos.

Importante: Si vas a limpiar y desinfectar la misma superficie, deja secar brevemente entre ambos pasos.

3. Aplica el producto adecuado a cada superficie

No todos los desinfectantes sirven para todo. Algunos son abrasivos, otros pueden dañar tejidos, corroer metales o dejar residuos.
Consulta siempre la etiqueta del producto y asegúrate de que sea un biocida autorizado con indicación clara de su uso (por ejemplo: “apto para superficies alimentarias”, “uso en textiles”, “acción virucida”).

También es fundamental respetar el “tiempo de contacto” que indica el fabricante, es decir, el tiempo mínimo que el producto debe permanecer sobre la superficie antes de retirarlo o dejarlo secar para garantizar su efectividad.

Ejemplo: el alcohol al 70 % debe permanecer al menos 30 segundos para lograr acción virucida.

4. No mezcles productos químicos entre sí

Uno de los errores más comunes y peligrosos en el hogar es combinar productos “para reforzar su efecto”.

Mezclar lejía con amoníaco, vinagre, alcohol o desengrasantes puede liberar gases tóxicos como cloramina o gas cloro, que causan irritación severa e incluso pueden ser letales en espacios cerrados.

Regla de oro: usa solo un producto a la vez, en la proporción indicada y sobre superficies limpias y secas.

5. Usa guantes y mascarilla si el producto lo requiere

La seguridad personal también forma parte de una buena desinfección.
Muchos desinfectantes, especialmente los industriales o concentrados, pueden irritar la piel, dañar las mucosas o provocar reacciones alérgicas. El uso de guantes protege tus manos, y la mascarilla evita la inhalación de vapores si trabajas en zonas poco ventiladas.

Consejo práctico: Opta por guantes reutilizables de limpieza doméstica (nitrilo o vinilo) y desinféctalos tras cada uso.

6. Deja secar naturalmente cuando sea posible

El secado al aire potencia la eficacia de muchos desinfectantes, ya que permite que el producto actúe durante el tiempo necesario antes de evaporarse o absorberse.

Retirar el producto antes de tiempo con un trapo puede interrumpir su acción química y reducir significativamente su poder desinfectante.

Truco adicional: si puedes exponer la superficie al sol (como en el caso de textiles o cojines), mejorarás aún más el efecto higiénico.

7. Repite solo cuando sea necesario

El exceso de desinfección no solo es innecesario, sino que puede ser contraproducente. El uso excesivo de productos químicos:

  • Aumenta el riesgo de reacciones alérgicas o respiratorias.
  • Puede deteriorar muebles, tejidos y superficies.
  • Favorece la aparición de cepas resistentes a biocidas.

Aplica desinfección frecuente solo en zonas de alto contacto (como manillas, grifos o móviles) y ajusta la frecuencia al uso real de cada espacio.

Desinfectar tu hogar de forma efectiva no significa exagerar, sino actuar con conocimiento, intención y equilibrio.

Aplicar correctamente estos pasos te permitirá mantener un entorno limpio y seguro para ti y tu familia, sin saturar los espacios ni exponerte a químicos de forma innecesaria.

La clave está en adaptar cada acción a las verdaderas necesidades de tu hogar, priorizando una prevención consciente frente a la desinfección compulsiva.

¿Qué tener en cuenta al contratar un servicio profesional de desinfección?

En situaciones como mudanzas, presencia de plagas, contagio por virus, alergias respiratorias severas o simplemente por seguridad extra, un servicio profesional de desinfección del hogar puede ser la mejor solución.

Lo que deberías exigir:

  • Certificación de productos utilizados (virucidas, bactericidas autorizados).
  • Equipo de protección personal.
  • Experiencia demostrable en ambientes domésticos.
  • Garantía de inocuidad para personas, mascotas y alimentos.

En plataformas como Domestina, puedes encontrar empresas especializadas en desinfección profesional del hogar, con profesionales cualificados y productos aprobados por las autoridades sanitarias.

Desinfectar tu hogar no significa rociarlo todo con lejía cada día. Significa conocer qué productos usar, dónde aplicarlos y cuándo hacerlo. Es un acto de responsabilidad y de autocuidado que, bien ejecutado, puede prevenir enfermedades, mejorar la calidad del aire en casa y proteger a los más vulnerables.

Fuentes

La información de esta guía está basada en estudios técnicos y recomendaciones oficiales de organismos sanitarios internacionales acerca de la limpieza, higienización y desinfección efectiva en el ámbito doméstico:

Sobre el autor
María García López
María García López
María García López es una profesional de la limpieza con más de 25 años de experiencia en el sector. Ha trabajado como camarera de pisos en hoteles de 5 estrellas y en empresas de limpieza VIP, donde la excelencia y la atención al detalle son fundamentales. María se destaca por su precisión, discreción y profundo conocimiento de técnicas y productos de limpieza. Actualmente, también comparte su experiencia a través de su blog, donde ofrece consejos prácticos y recomendaciones expertas para mantener el hogar limpio, ordenado y en perfectas condiciones.